Tiempos líquidos

La única certeza es la certeza de la incertidumbre
Zygmunt Bauman

Comenzar a leer Tiempos líquidos de Zygmunt Bauman supone una brutal toma de conciencia de los cambios que se están produciendo en nuestra sociedad, facilitados, en gran medida, por la globalización que se ha desarrollado en este siglo XXI y las incertezas en las que, como individuos, nos estamos sumiendo. Solamente tras tres páginas se necesita hacer un alto en la lectura. Cito textualmente:

“La exposición de los individuos a los caprichos del mercado laboral y de bienes suscita y promueve la división y no la unidad; premia las actitudes competitivas, al tiempo que degrada la colaboración y el trabajo en equipo al rango de estratagemas temporales que deben abandonarse o eliminarse una vez que se hayan agotado sus beneficios. La ‘sociedad’ se ve y se trata como una ‘red’, en vez de como ‘una estructura’ (menos aún como una ‘totalidad’ sólida): se percibe y se trata como una matriz de conexiones y desconexiones aleatorias y de un número esencialmente infinito de permutaciones posibles.”

Si bien, nunca los contextos sociales ofrecieron una garantía total de predicción de las adversidades y el terreno fue siempre algo inestable, actualmente el progreso nos ha llevado a basar nuestras perspectivas vitales sintiendo una implacable e inexorable amenaza de cambio. En el siglo XXI la sociedad ha dejado de moverse en conceptos perdurables y duraderos, es decir sólidos, para desembocar en una realidad definida por Bauman “modernidad líquida” que no se puede planificar y que nos lleva a transitar sin saber por dónde ni hacia dónde, sin posibilidad de planificación y obligándonos a vivir en unos mundos definidos por la fragilidad, la inseguridad, lo momentáneo y lo transitorio. Bauman justifica el uso del término “líquido” en estos contextos porque son las sustancias líquidas las que tienen dificultad para mantener su forma. Nos situamos así en una sociedad marcada por el miedo a la incertidumbre. El principio de incertidumbre que el autor aplica a los escenarios líquidos, abarca desde la separación entre poder y política y el colapso del pensamiento, hasta el sentido de la responsabilidad del individuo, en la que más que normas que rigen su comportamiento, será su capacidad de adaptación al entorno lo que guiará su conducta.

Este entorno sociocultural influye inevitablemente en el entorno tecnológico, o mejor dicho, la tecnología ha evolucionado en sinergia con la sociedad, provocando a su vez un desarrollo en la manera de entender la comunicación, la información y la educación. Más allá de las tecnofilias y tecnofobias, el papel de la mediación tecnológica en las relaciones humanas contiene un amplio espectro de grises, de luces y sombras. Debido a estas transformaciones, a estos cambios, hemos evolucionado hacia la convergencia mediática y a través de ella, nuestro presente sociocultural también ha cambiado, dando lugar a un desplazamiento del eje de gravedad y del equilibrio ya existente, que ha modificado esta sociedad que Castells define “sociedad red”, en la que se dan diferentes órdenes nuevos, la globalización de la información, la cultura de los medios de masas interconectados y una nueva forma de razonar de manera lógica. O, en sus propias palabras:

Al ser una red global con poder de procesamiento de información y comunicación multinodal, Internet no distingue fronteras y establece comunicación irrestricta entre todos sus nodos. La única censura directa posible de Internet es no estar en la red. No se puede estar “un poquito” en Internet.

La manera de pensar de los individuos ha cambiado y es cierto que estamos en una grave crisis generada por modelos sociales basados en un sistema que ya no es eficaz, pero la red nos pone a disposición el acceso a la información y al conocimiento y, gracias a ellos, podemos transformar y en base a nuestras necesidades, construir nuevas oportunidades. A partir de aquí se nos presenta un futuro digital, una cultura social abierta a nuevos paradigmas, lo que unido a las redes sociales posibilitan una enseñanza y un aprendizaje que se sale de los muros de las instituciones y que redimensiona el hecho educomunicativo y lo saca fuera de las aulas a las que antes estaba circunscrito.

Mientras que se puede considerar que las anteriores estructuras sociales eran más sólidas que las actuales, también eran solidarias; la educación individual promovía el individualismo representado por la cultura gutemberguiana, en cambio, ahora que se transforman en líquidas e inciertas, y a pesar del individualismo imperante, aparecen continuamente movimientos sociales para los que el unir fuerzas y crear equipos o comunidades es temporalmente útil. Si transferimos el concepto a la educación, resulta igualmente útil. En las actuales estructuras líquidas se promueve la colaboración y el desarrollo de nuevas habilidades como uno de los modelos para generar conocimiento en grupo. Esto es una paradoja.

El modelo educativo imperante e institucional ha estado marcado por una clara linealidad y verticalidad en sus parámetros comunicativos. El centro de la autoridad del saber ha sido la letra y el número en el soporte impreso, las paredes del aula han marcado la rigidez espacial, y los horarios, la solidez temporal. Con la aparición de las denominadas “nuevas tecnologías”, y los diferentes programas institucionales en sus múltiples versiones, desde el proyecto Mercurio, Atenea, Escuela 2.0, concentrados en las llamadas TIC, la integración de la tecnología en el aula, ha sido básicamente para repetir de modo crónico las estructuras verticales y unidireccionales, sólo centradas en la instrucción, pero sin considerar apenas las  dimensión comunicativa de las propias TIC.

Entendemos que algo sustancial ha faltado a la mediación tecnológica, que hemos denominado factor R   y que en la R de las redes también se debate y discute . El potencial relacional de las dinámicas horizontales y dialógicas son amplificadas y redimensionadas con y desde el entorno digital, si antes existe un para qué, un por qué y un cómo líquido que justifique la acción que también es cambio y revolución.

Para llevarlo a cabo empezamos a hablar de educación líquida y por ello necesitamos adoptar un nuevo enfoque educativo cuyo uso implique nuevos modelos de aprendizaje y nos permita pasar, usando el concepto de modernidad líquida de Bauman, de lo sólido a lo líquido, de la solidez de una educación estable, repetitiva, persistente en el tiempo y duradera, a la liquidez informe y voluble que se transforma, muta y fluye representada en los nuevos territorios digitales.
Area Moreira explica esta paradoja en una entrevista sobre la escuela del siglo XXI en la revista Educación 3.0. Pasamos de una estructura sólida, pero segura, que construye una educación transmitida de generación a generación, basada en estrategias de memorización que ya no nos sirven y que tenemos que aprender a desaprender, a una estructura líquida impulsada por los entornos digitales, que nos genera incertidumbre e inestabilidad como sociedad, pero que a la vez nos ofrece una oportunidad de cambio, no sólo a la sociedad, sino también a la educación. En palabras de Bauman:

“Olvidar por completo y con rapidez la información obsoleta y las costumbres añejas puede ser más importante para el éxito futuro que memorizar jugadas pasadas y construir estrategias basadas en un aprendizaje previo.”
Pasamos de los conocimientos cerrados, estables y homogéneos para todos los estudiantes por igual, con el libro de texto como representante de esta educación sólida, elitista y jerarquizada a una líquida que, aunque nos obliga a enfrentarnos a la complejidad, incertidumbre, variabilidad y transformaciones constantes de la cultura digital, prepara a los estudiantes a desarrollar su autonomía, su construcción de conocimientos y les ayuda a aprender a compartirlos e intercambiarlos. Para desarrollar los intereses de cada individuo se proclama la flexibilidad, entendida como la rapidez de modificar las propias tácticas y estilos, en contraposición con el conformismo a las normas.

Pero como educadores tenemos dudas y nos planteamos más preguntas de las respuestas que tenemos sobre qué hacer para alcanzar este ecosistema participativo que fluye inmerso en los territorios líquidos. Este principio de incertidumbre que nos aboca al caos,

¿Nos ofrece la suficiente seguridad y tranquilidad como para emprender un nuevo proyecto de sociedad, una utopía intergeneracional?

¿Cómo modificamos las estructuras educativas vigentes?

 ¿Cómo nos podemos quitar la venda de los ojos?

Imagen inicial:  “Líquido” de jr.Jordá con licencia CC BY-NC-SA 2.0

 Elisa Hergueta y José Antonio Gabelas

José Antonio Gabelas
José Antonio Gabelas-Barroso. Profesor titular de la Universidad de Zaragoza. Creador del Factor Relacional y las TRIC (Tecnologías de la Relación, Información y Comunicación).

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