Brecha digital y dieta digital

Quiero aprovechar el próximo Simposio que organizamos en Barcelona sobre ¿Brecha Digital? , el 9 de noviembre para ofrecer unas reflexiones en voz alta sobre dos cuestiones que se retroalimentan entre sí: las brechas y las dietas digitales.

Dieta digital es un concepto que ha emergido con fuerza en diferentes estudios, publicaciones e incluso ferias tecnológicas. La analogía de la dieta, empleada en circuitos asociados a la comunicación, educación y salud, se traslada con fuerza a los escenarios de la conexión digital.

“La sociedad digital es apresurada, insatisfecha, llena de respuestas wiki y se plantea pocas preguntas. Es necesario que esta sociedad digital se someta a una dieta, si no quiere convertirse en una autómata que no reflexiona porque ya no tiene tiempo para hacerlo”, así lo asegura Richard Watson, autor de Mentes del Futuro. ¿Está cambiando la era digital nuestras mentes? Watson pide que el niño vuelva “al papel y al lápiz y a los juegos de imaginación”. Será un exceso este deseo del autor, o una provocación, porque las tecnologías de la relación, información y comunicación (TRIC), que así preferimos denominar, recogen con creces “ese lápiz y esos juegos de imaginación” si el uso, las interacciones y relaciones mediadas por las tecnologías que se desarrollan son saludables y constructivas tanto para el usuario como para su entorno.  También la tecnología está obsesionada por la dieta digital, como ha mostrado la feria tecnológica mundial celebrada en Las Vegas. El canon del centímetro de grosor para móviles y televisores es una exigencia. Los “ultrabooks” son el ejemplo más palpable, obtenidos con la miniaturización de los componentes y el uso de discos SSD.

En una reciente publicación “The Digital Diet” de Daniel Sieberg  describe el fenómeno de lo que él denomina“obesidad digital” . La consultora internacional JWT Intelligence emitió un informe en el que alerta sobre la creciente tendencia a la “obesidad digital”. No se refieren a ella como un nuevo sedentarismo, sino como el producto de un exceso de conexión, una obesidad nacida de las muchas horas en la Web. La actualización constante del muro de Faceook, el chequeo continuo de los mensajes en Tuenti o Twiter, la ubicación permanente y total mediante del whatsapp, son algunos indicadores que pueden encender los pilotos rojos.

Sieberg propone una “dieta de adelgazamiento digital” progresiva. Primero “reiniciar” que significa desconectarse un día, luego un fin de semana. Después “reconectar”, que implica colocar la tecnología digital en el lugar que corresponde, con una dedicación horaria entre hora y media y tres horas. El siguiente paso es “reactivar”, que consiste en volver otra vez al inicio para replantearse su tiempo de conexión.

Entendemos que las posiciones descritas, sólo atienden a una variable, que aunque necesaria en el análisis, no es la más relevante, puesto que afectan solo a la cantidad de horas que un usuario está conectado, pero no atiende al propio usuario (en su naturaleza, modo de ser, situación personal y/o familiar) , ni al contexto de interacción y uso que este usuario aplica, ni tampoco al conjunto de mediaciones, finalidades que se producen en estas prácticas digitales.

El análisis de las interacciones entre menores e Internet en sus múltiples acepciones, que también denominamos algunos autores “fenomenología de las pantallas” ,obedece a un conjunto de conflictos, entendidos como oportunidad para crecer, entre las actitudes y aptitudes del menor participante, los contenidos expuestos, las interacciones producidas y el despliegue de intervenciones y mediaciones familiares y educativas posibles.

Por tanto, describir las brechas digitales, también es señalar la brecha cultural como uno de las dimensiones para abordar de un modo holístico, tanto desde la salud, como desde la comunicación, una educación integral que abarque la dieta digital.

¿O no somos lo que vemos y como interaccionamos, además de lo que comemos?

José Antonio Gabelas
José Antonio Gabelas
José Antonio Gabelas-Barroso. Profesor titular de la Universidad de Zaragoza. Creador del Factor Relacional y las TRIC (Tecnologías de la Relación, Información y Comunicación).

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