Entiendo que cuando hablamos de la comunicación y las relaciones, o de la información, mediada por una tecnología, es al menos sensato, no olvidar lo que ocurre en el modo presencial, donde los sentidos definen nuestra percepción, la distancia y/o proximidad con el otro. Esta observación, propia del sentido común, con frecuencia no se tiene en cuenta, lo que provoca que hablemos de perversiones, adicciones y otros excesos, cuando analizamos lo que ocurre en determinadas prácticas digitales, como son los videojuegos, las conversaciones online o la interacción en las redes sociales. Empecemos por la normalidad.
¿Qué ocurre con las emociones mediadas por la tecnología? Esta pregunta nos ha surgido de una práctica recién realizada en el Master Redes Sociales dela Uned y con la corrección de un ejercicio sobre los Social Media y la publicidad con los estudiantes de periodismo. Cuándo se les pregunta a éstos, si con la interactividad que procuran las redes sociales, la cantidad de información que hay en Internet y la capacidad que tiene el ciudadan@ de responder a los estímulos, generar contenidos y participar en las comunidades online, este ciudadan@ es crítico y autónomo con sus consumos, mediaciones y relaciones, el 80% de este grupo de estudiantes de cuarto de periodismo responde que sí, que son ciudadan@s críticos y autónomos.
De acuerdo que este ejemplo no es representativo de nada, pero si hiciéramos la misma pregunta en todas las facultades de comunicación de España, no tengo claro cuál sería la respuesta. Y atención, hablamos de estudiantes que están terminando la carrera de periodismo. ¿Qué ocurriría con los que están en económicas, historias o arquitectura, por poner sólo tres ejemplos?.
Lo primero que he recordado es la investigación sobre Competencias mediáticas de la ciudadanía, recién presentada en Madrid, donde se indica que más del 90% de los ciudadan@s son analfabetos audiovisuales. ¿De qué modo podemos entender que este analfabetismo mediático implica un analfabetismo emocional? Es una cuestión que permanece abierta, pero que de nuevo nos invita a extender los puentes entre lo que ocurre en lo físico y presencial, y lo que sucede en las prácticas digitales. Antonio Damasio, neurólogo portugués, lleva mucho tiempo estudiando esta cuestión, y nos aporta algunas luces. Hace una significativa distinción entre emociones y sentimientos. Los estímulos bien en la presencialidad o la virtualidad provocan, aunque de diferente manera, una respuesta emocional conducida por la amígdala y el hipotálamo cerebral, este primer nivel no es consciente, se produce de un modo automático. Puede ocurrir que esta emoción, inmediata, pasajera, se convierta en un sentimiento, más complejo, duradero y profundo, consciente o no consciente, estamos en el segundo nivel. En el caso que el sentimiento sea consciente, porque se ha identificado la emoción, porque se ha identificado y expresado el sentimiento, y porque eso conduce a una acción, podemos decir, que el sujeto “alfabetiza” sus emociones, productos de un estímulo exterior.
Claro, cuando observamos lo que ocurre en la comunicación digital, todo es más complejo, aparecen las hipermediaciones y las relaciones con las emociones alcanzan una inmediatez, personalización y participación, diferentes a lo que ocurre en una situación comunicativa presencial o analógica. Cuando el jueves pasado, estábamos alrededor de quince personas en la conversación en las redes con #dialécticatwitter, sugerimos en los cinco últimos minutos hacer conclusiones. Nadie las hizo, nadie las podía hacer. Ahora, desde los posos están creciendo los mapas conceptuales, por ejemplo, el de Elena, que hacen posible una reflexión que enlaza las invasiones, interacciones, contaminaciones y motivaciones que provocan las redes sociales.
Como sugiere en sus múltiples escritos Joan Ferrés , la cultura del espectáculo se puede convertir en un placer sensorial y narrativo, en la medida que seamos conscientes de que estas emociones nos pueden ayudar a una relación más ecológica con nosotros mismos y con los demás.
Fantástico. Hace tiempo que me interesa mucho el trabajo de Antonio Damasio. Ahora que he comenzado esta andadura a menudo pienso que relacionar sus postulados con lo que estamos aprendiendo en el #MásterRedesUned tiene gran potencial. Me he llevado una gran alegría al ver que lo citáis por aquí. Un saludo amigos.
Damasio es un referente mundial en el estudio de las emociones. Desde el ámbito de la educomunicación podemos estar muy atentos a lo que ocurre con el neuromarketing y los constantes avances en el funcionamiento del cerebro, y su relación con la mente y el campo emocional.
Yo lo desconocía pero bueno la verdad es que ha sido un artículo bastante interesante.
Yo también desconocía este artículo pero ha sido bastante interesante.
Dejo como modesto complemento a vuestro artículo el enlace de uno escrito recientemente para TecniusCuatro. Se titula «De Spinoza, Damasio, emociones y neuromárketing» y guarda relación con el contenido de este.
https://sites.google.com/site/tecniuscuatro/espacio-critico/de-spinoza-damasio-emociones-y-neuromarketing
Saludos 🙂
Gracias por el regalo, Alex.