Las teorías de Bauman de las que nos ocupamos en otro post abren la puerta a nuevas oportunidades que empiezan a aparecer gracias a una incipiente cultura popular en mayor o menor medida participativa, que no sólo supera la legitimación de la cultura elitista anterior, marcada por la tradición, sino también supone una revisión de la concepción jerárquica e industrial de las prácticas culturales. Las manifestaciones populares, desde los inicios del cine de barraca y de feria, pasando por las marionetas, las galerías del comic, el art-pop y un sinfín de representaciones, nos conducen a cuestionarnos qué entendemos por cultura y que rol desempeña la ciudadanía en la creación y recreación de esta cultura.
Texto de Elisa Hergueta, locución de Adriana García.
Compartir, asociar e interpretar experiencias partiendo de la palabra, la imagen y el sonido está en la antropología cultural de nuestra forma de enseñar y aprender. Las historias permiten un aprendizaje más efectivo, pues se crean en un contexto social y facilitan una aplicación inmediata. En este nuevo escenario de oralidad digital, las audiencias han cambiado y han decidido re-aprender a crear y distribuir conocimiento, apropiándose de esta segunda oralidad. Como consecuencia, cambian también los sistemas de creación, de gestión, de distribución, de exhibición y de difusión de la información y surgen escenarios nuevos de producción, interacción, construcción social y cultural, donde la ubicuidad es un factor de primer orden que transforma la realidad educativa. Es necesario, en palabras de Cope, B., y Kalantzizs, M. en Aprendizaje ubicuo, usar la posibilidad que aportan las nuevas tecnologías para que “cualquier persona pueda producir y diseminar información, de modo que el aprendizaje puede tener lugar en cualquier momento y en cualquier lugar”.
En el grado de periodismo, en la universidad de Zaragoza, después de experimentar la importancia de los sentidos, y los diferentes recursos de los que dispone la virtualidad para compensar la ausencia parcial o total de algunos de ellos, se han realizado varios mapas mentales que sintetizan el paso de la primera a la segunda oralidad.
Tomado de Digicom uno de los grupos de periodismo de la universidad de Zaragoza, desarrollado en la asignatura Comunicación e Información digital #comUnizar
Cuando se suscita la reflexión en torno a la comunicación y la mediación tecnológica, la interacción y la conectividad enlazan muy significativamente con el grado de participación de los comunicantes. Orozco ofrece una interesante propuesta sobre el concepto de audiencias. Expone la diferencia entre estar como audiencia y ser audiencia, y se pregunta dónde se terminan los consumos y dónde empieza la producción comunicante.
“La transmedialidad de la difusión y recepción por una parte y por otra, la creciente ubicuidad de las audiencias y su hiperconectividad, han reforzado la impresión de que el consumo mediático se ha vuelto automáticamente productivo al quedar bajo el control de los consumidores, internautas, videojugadores, cinéfilos, televidentes…, sin advertir que gran parte de los intercambios en el consumo son reactivos, sin contener una reflexión previa…” (Orozco, 2012)
Para no confundir conexión y conectividad con interacción, puede ser útil, el análisis del factor R que ya hemos expuesto en comentarios anteriores Ofrecemos el siguiente gráfico que describe cuándo se produce participación en el entorno digital.
¿Significa esto que para aprender inmersos en estos territorios líquidos es indispensable el uso de las nuevas tecnologías? y ¿qué su uso implica nuevos modelos de comunicación y aprendizaje? No exactamente, pero sí “representa un nuevo paradigma educativo que en buena parte es posible gracias a los nuevos medios digitales”. El aprendizaje se ha desarrollado (o se está desarrollando), como hemos citado anteriormente, y las necesidades educativas han cambiado (o están cambiando). Hoy en día la educación sigue anclada en modelos tradicionales, donde impera la enseñanza tradicional y que funciona, según las palabras de Roberto Aparici en la introducción a Conectados en el espacio, “como si se tratara de la producción en cadena de una fábrica”.
Si seguimos en esta línea y pensamos en la inclusión de la tecnología como parte de nuestra distribución de cognición y conocimiento debemos remitirnos a unas palabras de George Siemens en Conociendo el conocimiento que ve “el aprendizaje como el proceso de formación de redes. Los nodos son entidades externas que podemos utilizar para formar una red. Los nodos pueden ser personas, organizaciones, bibliotecas, sitios web, libros, revistas, bases de datos, o cualquier otra fuente de información. El acto de aprender (aquí la cosa se complica) es un acto de creación de una red externa de nodos, donde conectamos y damos forma a fuentes de información y de conocimiento. El aprendizaje que ocurre en nuestras cabezas es una red interna (neurálgica). Las redes de aprendizaje pueden ser percibidas entonces como estructuras que creamos con el fin de mantenernos al día y continuamente adquirir, experimentar, crear y conectar nuevos conocimientos (externos). Y las redes de aprendizaje pueden ser percibidas como estructuras que existen en nuestras mentes (internas) en la conexión y creación de pautas de entendimiento.”
¿Dónde se ubican estos nodos? En la ubicuidad. Conectándonos a través de la tecnología a fuentes de información y de conocimiento formamos redes, no sólo con personas, sino también con esas fuentes que median nuestra comunicación y nos ayudan a acceder y a ampliar nuestras habilidades cognitivas y, a gestionar de esta manera, nuestras identidades y nuestro conocimiento.
Dice Gabelas Barroso en Educación en la red. Algunas falacias, promesas y simulacros que este nuevo paradigma tecnológico tiene “una dimensión global que acorta el espacio y el tiempo” y efectivamente al evolucionar nuestra sociedad hacia una comunicación digital nodular y ubicua cambia la percepción del tiempo y del espacio y cambia también el modo de comunicarse, de emisor-receptor a emisor-productor en línea horizontal, propuesto en el modelo feed-feed en el que todos somos emisores, figura que se mueve en internet y que comunica y genera conocimiento a través de la mediación de los dispositivos móviles. Es evidente que el desarrollo de los dispositivos móviles es implícito a la evolución de la sociedad ubicua, como mencionó Kunio Nakamura en su conferencia Creating a Ubiquitous Network Society – Japan, a Nation Built on Technology en la celebración de CEATEC 2004.
Como son más preguntas que respuestas, dejamos algunas cuestiones abiertas:
¿será capaz esta cultura popular participativa, basada en relaciones horizontales, de hacer evolucionar esta educación tradicional basada en una cultura elitista?
¿De qué modo la ubicuidad obliga a revisitar la segunda oralidad?
¿Se trata sólo de un nuevo enfoque cultural, comunicativo y educativo o estamos ante un nuevo entorno, que obliga a cuestionar el supuesto control que ejercemos sobre la tecnología, y por tanto, un dominio como nómadas digitales de nuestras herramientas?
Si consideramos el conectivismo un nuevo modelo de aprendizaje,
¿hasta dónde debería cambiar la metodología docente?
¿y si ésta asume y construye el cambio necesario, la naturaleza relacional docente-discente está preparada para ello?
Imagen por jsanzb Licencia CC BY-NC-SA 2.0
José Antonio Gabelas y Elisa Hergueta