Los youtubers tóxicos ejercen una importante influencia en los más jóvenes, los cuales ven este mundo como una manera de hacer dinero fácil. Youtube y los reality shows son el único interés de muchos jóvenes entre 12 y 20 años, como modelo de vida y para vivir de ello. La ley del mínimo esfuerzo llama la atención. Todo el mundo quiere obtener los máximos resultados trabajando lo mínimo, algo lógico y muy humano.
Todos cometemos errores, los cuales se acaban pagando y en ocasiones, se pegan a nosotros como una etiqueta que no se va pese al paso de los años. Internet es el chivato de estos errores, pues mucha gente se expresa en las redes e incluso proyecta los errores de los demás. Es el caso de estas figuras populares.
Antes de encender una peligrosa mecha, es necesario aclarar que este artículo no pretende culpabilizar a nadie. No es culpa de los youtubers (ya que ellos no pueden controlar quiénes los ven en Internet), no es culpa de los niños (ya que como niños, necesitan supervisión) y tampoco es culpa de los padres (quienes son humanos y no siempre pueden controlar a todas horas a sus hijos).Pero los medios los pintan como algo glorioso, algo divertido a lo que dedicarse, ganando mucho dinero. Una forma de ser una estrella y una marca que llega a cualquier parte del mundo, que conduce a tener una gran casa con una pareja preciosa y una o varias mascotas sumamente adorables. Dinero seguro y amor correspondido …
¿Qué pasaría si a la mañana siguiente tuvieras dinero, fama y amor? ¿Tuvieras absolutamente toda la vida resuelta, sin sobresaltos, retos o ambiciones? ¿Qué ocurriría? ¿Soportarías eso un mes entero? ¿Un año entero?
Encasillarse no es necesariamente negativo, pertenece a la libertad de elección de cada uno. Lo que no se puede negar es el hecho de que cualquier actividad, sea cual sea, requiere trabajo duro. Requiere planificación, ensayo, creatividad y estudio.Incluso para hacer un vídeo. Un guión, una edición, un argumento y un toque de vida. La personalidad del trabajo propio es lo que hace destacar de entre muchos, algo que no mucha gente comprende, o no quiere entender.
Lo mismo ocurre con los reality shows, donde con sólo apuntarse a un concurso y vender tu imagen e intimidad te hace ganar una fama que parece (y repito, parece) ser el trampolín de más éxitos, más fama y más dinero.
¿Hasta dónde está la gente dispuesta a llegar para conseguir esa fama y ese dinero? El trabajo constante y continuo trae resultados, pero no es tan rápido como lo puede ser darse a conocer a través de algo viral, sin importar que eso dañe su imagen personal e incluso su integridad física. Sin importar que puedas incomodar a los demás. Sin importar que puedas destrozar tu futuro de manera permanente. En la comunidad TRICLab se presenta un manifiesto que plantea la necesidad de cuestionar este escenario del simulacro, y reivindicar rutas para la construcción de un humanismo digital.
Son muchos los profesores que, mediante cartas y llamamientos en la propia Internet, denuncian esta situación social en la cual el propio sistema espolea a la juventud a tomar el camino fácil, y ya no por el hecho de ahorrarse trabajo… Sino porque en estos últimos años la dejadez, la incultura y la superficialidad se han adueñado de todas las ventajas, y priorizan y aseguran un buen futuro a las personas que no saben lo que es la vida más allá de su materialismo infundado.
¿Quién gana más dinero? ¿El concursante de un programa de citas que es entrevistado en un plató, o el periodista que estudió y trabajó incluso de manera gratuita, para sacarse un título?
¿Qué es más fácil? ¿De qué sirven los estudios? ¿Y si la fama se acaba tan rápida como llegó?
Alba Lobera