“Más que nunca, vivimos –y nos recreamos: nos divertimos, nos reconstruimos, nos asustamos- en el tiempo efímero, inestable, de la actualidad, en una “historia del presente” que cultiva y renueva constantemente la telerrealidad” G. Imbert.
El “directo” de la representación del asesinato de los dos periodistas en Virginia, supone un valor aditivo al propio contenido mediático, que es probable que agrave sus posibles efectos y consecuencias en el entorno social, así como la naturaleza del suceso.
El tiroteo, divulgado por internet y repetido por las cadenas de televisión se produjo en la zona comercial de Bridwater, en la población rural de Moneta, que fue acordonada por agentes de la Policía de los condados vecinos.Como recoge noticias Univisión el hombre que disparó y abatió en una transmisión en directo a dos periodistas, abre un nuevo episodio en el uso de las redes sociales al mostrar su acto en Twitter y Facebook, grabándose y subiendo los vídeos a Youtube. Con el nombre de Bryce Williams como seudónimo, Lee Flanagan ejercía de periodista de nuevo. Se observa que una cámara se acerca a escena, de pronto una mano con una pistola entra en cuadro.
El asesino espera que ocurra algo para realizar su transmisión en directo, enseguida la mano que agarra el arma se alza por segunda vez y apunta a la periodista, Alison Parker. A continuación se oyen disparos y gritos y la pantalla se cierra en negro. Una serie de tuits publicados después del ataque @bryce_williams7 intentan explicar la acción. Más tarde, la policía anuncia que Flanagan se ha suicidado.
La transmisión televisada de este acontecimiento, difundido inmediatamente después en la redes sociales, describen un complejo escenario: estar y sentir el espectáculo, aunque sea el asesinato lo que se muestre. Realidad y espectáculo en una voraz retroalimentación.
Ficción y realidad expanden su repercusión porque se visionan las imágenes en directo por la propia cámara, así como las que grabó el asesino y cuelga en las redes sociales, una construcción de las muertes en directo. Después de tuitear los vídeos, el asesino exclama en twitter “grabé estas imágenes”. Como recoge Macu Jackson en muerte en directo y viral, las redes muestran estas imágenes que se repiten automáticamente mediante los autoplay, lo que significa que en Estados Unidos estaban viendo las imágenes de los asesinatos en sus notificaciones de las redes sociales.
Nos preguntamos: ¿Es lícito que las cadenas emitan estas imágenes? ¿Lo justifican su posible valor informativo y el hecho de que ya fueran subidas a las redes sociales?
Señala Imbert en información y discurso de la actualidad “el directo, hoy, ya no es sólo una técnica de retransmisión de lo que “ocurre” –aquí y ahora-, del acontecimiento en su acontecer mismo; el directo es una filosofía, una manera de estirar el tiempo hasta anular su historicidad: de estrechar la relación sensible entre espectador y referente, de anclarlo en un tiempo vivido, dentro de una co-temporalidad que une tiempo vivencial (del espectador), tiempo referencial (de la actualidad) y tiempo narrativo (del relato)”
De los diferentes enfoques en el estudio de la violencia en los medios destacamos el de Albert Bandura, con sus teorías del aprendizaje social, donde propone que el aprendizaje tendría lugar a través de cuatro etapas principales: contacto cercano, imitación de los superiores, comprensión de los conceptos, y comportamiento del modelo a seguir. Y el de George Gerbner, con su teoría del cultivo, indica que mientras la gente pase más tiempo viviendo en el mundo de la televisión, será más fácil que crean que la realidad social se asemeja a la realidad retratada por la televisión. El primero centra su atención en un aprendizaje social, basado en el conjunto de interacciones entre aprendiz y entorno. El segundo en el tiempo de exposición a la emisión televisiva.
Las dos visiones nos invitan a recoger la propuesta de Mar de Fontcuberta cuando sugiere un desplazamiento de la violencia al conflicto. La violencia es negativa, el conflicto no. Los sujetos violentos no son un problema, el problema es la violencia que ejercen. Entendemos el conflicto como oportunidad, tal y como se recoge en “Miradas fascinadas, miradas en conflicto”. Aplicado al análisis de las audiencias (en particular juveniles), observamos que es cierto que son vulnerables, que experimentan un proceso de adaptación y desadaptación, que perciben la presión del entorno. No entendemos el conflicto como algo necesariamente negativo, sino necesario; como una oportunidad para crecer. El espectador y usuario en general y el adolescente en particular viven dentro del conflicto. En la tendencia contradictoria entre el interior, que les pide salir, explorar, descubrir su identidad, probar, acariciar los riesgos; y el exterior, que establece límites, normas y obligaciones. En una molesta y complicada crisis de identidad, ejercitan la lucha diaria consigo mismos, con los demás y con el entorno, buscando descubrir y apropiarse de su personalidad.
La AUC (Asociación de Usuario de la Comunicación) redacta su informe sobre “La violencia en los medios de comunicación”, donde aparecen tres factores conclusivos en varios estudios.
- Legitimización de la violencia. La mayoría de los actos violentos mostrados quedan sin pena ni castigo.
- Omnipresencia y mutación de la violencia televisiva, tanto en ficción como en informativos.
- Banalización de la violencia. En muchos casos la representación desdramatiza, maquilla, es humorística, sin manifestar consecuencias.
Es preciso un diagnóstico e intervención desde la interacción de mensajes, relaciones, percepciones, posiciones y afectos. Una mediación en la que intervengan todos los agentes y se considere todos los factores. La disciplina de los estudios de la comunicación son interdisciplinares: psicología social, ética, semiótica, economía, sociología, son algunas disciplinas científicas que abastecen su investigación. El caso analizado suscita un complejo debate, no disponemos de muchas respuestas, pero seguimos nuestro diálogo y reflexión en torno a ciertas cuestiones:
10 cuestiones para el debate:
¿ Es pertinente y necesario emitir las imágenes-grabaciones de este tipo de hechos ?
¿Es pertinente y necesario publicar en las redes sociales la intenciones y el informe facilitado por el asesino?
¿Los medios están legitimados para emitir y publicar estos contenidos?
¿ Valoramos del mismo modo la emisión de las imágenes que la subida de los vídeos a las redes sociales?
Tanto en la emisión televisiva como en su publicación en las redes sociales ¿existen diferencias en el tratamiento del contenido, en su finalidad, en su repercusión?
¿El “directo” goza de más credibilidad y rentabilidad que otro tipo de cobertura informativa?
¿Podemos prescindir de una fuente primaria (transmisión en directo) por otras secundarias, dada la naturaleza de la información y su posible incidencia?
¿La transmisión del directo refuerza el impacto?
¿La exposición de contenidos violentos, aumenta la tolerancia de la violencia real?
¿Es suficiente la Ley General de Comunicación Audiovisual 2010 y los códigos deontológicos para establecer los límites del cómo, dónde, cuándo y por qué se emiten contenidos violentos?