Estamos en Sabiñánigo, en nuestra ronda de charlas «Pantallas Sanas»con padres y madres que hacemos todos los años por los pueblos de Aragón.
Plantea un padre: ¿es más fácil que un adolescente cuente cosas que no cuenta en la vida presencial, en una red o en un chat? «Ellos se manifiestan, -dice otro-, y lo cuentan al mundo o en el muro de no se qué». «No sé si somos conscientes de esto», dice otro padre.
Es decir, mientras que los adultos pensamos que la realidad virtual y la presencial son dos dimensiones diferentes, nuestros hijos experimentan una única realidad formada por dos dimensiones: la presencial y la virtual. Igual de importantes y complementarias.
¿Cómo interaccionan vuestros hijos con estas pantallas?¿Sabéis lo que miran vuestros hijos? «Ayer le grité un poco, se pegó como dos horas con un juego de carreras, y con Internet y unos amigos, creo que son siempre los mismos»
¿Cómo podemos educar en valores positivos desde estas pantallas» La empatía es una posición imprescindible para conectar y mediar en este conjunto de interacciones.
¿Para que se utilizan las pantallas en general y la tv en particular? Para descubrir, sentir, convivir. Pero desde una planificación, desde una diálogo que nos permita no sólo conocer los gustos y aficiones de nuestros hijos, sino también sus modelos.
Dejamos el diálogo abierto. Sabemos que la tele, los videojuegos, la publicidad, Internet forman parte del aire que respiramos. Y queremos respirar aire limpio.