Las TRIC en la educación patrimonial

 

Imagen extraída de Pixabay

El factor R-elacional como oportunidad y motor para el surgimiento de cibercomunidades patrimoniales.

En el año 2005 en la Convención celebrada en Faro sobre el valor del patrimonio cultural para la sociedad, los estados miembro del Consejo de Europa acordaron, entre otras medidas, fomentar la puesta en valor y protección del patrimonio y la difusión del mismo, es decir, la democratización del patrimonio.

Para ello, los estados se comprometieron a desarrollar el uso de la tecnología digital, de las TIC, para mejorar el acceso al patrimonio cultural pactando ejes de acción como fomentar iniciativas que promuevan la calidad de los contenidos y se garantice la diversidad de lenguas y culturas en la sociedad de la información, favorecer una legislación que aúne el estudio, la conservación y la protección del patrimonio cultural contra el tráfico ilícito de bienes culturales, hacer del patrimonio cultural un bien educativo accesible para todos los públicos y, por último, reconocer que la creación de contenidos digitales referentes al patrimonio cultural no debía ir en detrimento de la conservación del patrimonio existente.

Sin ir más lejos, en España el proyecto CERES proporciona acceso a todas las colecciones de los museos españoles o, por ejemplo, la app MURAL HUNTER diseñada y gestionada desde el grupo de investigación ARGOS (IUCA) permite compartir la geolocalización de cualquier expresión artística desarrollada en espacios públicos aportando información útil sobre la pieza como su título o autoría y permitiendo además incluir comentarios y apreciaciones personales debatibles con el resto de usuarios de la app.

Dos ejemplos realizados antes de la crisis sanitaria de 2020 que ejemplifican como desde el ámbito de la educación patrimonial, ya se ha venido trabajando en iniciativas R-elacionales con mayor o menor éxito que nos permiten hablar de cibercomunidades patrimoniales compuestas por activistas sociales dentro del ámbito cultural pues invierten su tiempo y recursos digitales e intelectuales en compartir y de este modo salvaguardar el patrimonio cultural pasado y presente.

El uso de las TRIC en el ámbito de la educación patrimonial ha posibilitado un diálogo más ágil y rico entre sujetos e instituciones gracias a la generalización en el uso, consumo y disfrute de las redes sociales, o web 2.0.

De este modo, el medio permite ese diálogo -sin entrar en la brecha digital existente en el tercer mundo o la brecha digital todavía existente a nivel generacional. Pero ¿están aprovechando los museos la web 2.0 para liderar espacios de diálogo e intercambio con sus seguidores y seguidoras?

En los últimos años, desde el grupo de investigación ARGOS hemos analizado en diversas publicaciones científicas como los museos españoles e italianos, concretamente los museos arqueológicos y “de sitio”, apenas llevan a cabo propuestas educomunicativas que incentiven y logren fomentar el diálogo entre seguidores/as e institución o entre los propios seguidores de la cuenta oficial del museo o yacimiento en cuestión. Lo que más nos ha llamado la atención durante el proceso de observación y análisis de la actividad educomunicativa en la web 2.0 por parte de los museos arqueológicos y de “sitio” españoles e italianos, son dos tendencias generalizadas: primero, la falta de propuestas R-elacionales por parte de los museos y yacimientos que busquen generar espacios de diálogo con sus seguidores en sus publicaciones y, segundo, la falta de participación activa -esto es, dejar comentarios en las publicaciones y no solo “me gusta” o “compartir”- por parte de los usuarios.

Al igual que nosotros como usuarios decidimos si nuestros espacios personales en redes sociales son lugares donde compartir información, generar debates e intercambios de material con otros seguidores, los museos también han ido desarrollando su propia identidad: no cabe duda, y así lo refleja la literatura científica, de que los inicios estuvieron marcados por un contenido predominantemente informativo y promocional, estrategia educomunicativa que mantienen todavía hoy muchos museos.

Sin embargo, venimos observando como aquellos museos que apuestan por una educomunicación no solo atractiva en su contenido, sino que además fomentan espacios para la R-elación entre la institución y sus seguidores y entre sus seguidores, obtienen una mayor cantidad de apoyo pasivo en forma de “me gusta” o “retweet” y de comentarios por parte de sus seguidores.

Para ello, es vital llevar a cabo propuestas de educomunicación y empoderamiento ciberciudadano en una comunidad, la estudiantil, que se introduce en el contexto digital antes de recibir si quiera la más mínima formación sobre como comportarse en el ciberespacio o las posibilidades didácticas de cualquier plataforma online sea 1.0 o 2.0.

Por tanto, no solo los museos, yacimientos, etc, deben llevar a cabo propuestas “R-elacionales” sino que, en paralelo, las instituciones educativas deben formar ciberciudadanos competentes tecnológica y mediáticamente y, sobre todo, capaces de desarrollar competencias afectivas y sociales.

Solo generando espacios de convivencia online donde se activen procesos “R-elacionales” podrán surgir cibercomunidades. Así, solo aquellos museos que verdaderamente lleven a cabo una educomunicación en la web 2.0 constante, planificada, abierta, multidireccional y con clara finalidad educativa aspirarán a generar cibercomunidades patrimoniales que no solo colaboren en la difusión y promoción del patrimonio, sino que se involucren en potenciar su revalorización en las redes sociales y su protección, al comprenderlo, valorarlo y llegar a considerarlo símbolo de su identidad compartida. La educomunicación patrimonial es la clave para generar una cibercomunidad activa e implicada, ejemplo de ciudadanía activa y participativa.

En definitiva, es fundamental que las instituciones museísticas asuman el paradigma co-creativo apostando, a través de una estrategia educomunicativa en la web 2.0 que aúne planificación y capacidad de improvisación en el día a día, por la creación y preservación de puntos de encuentro en el ciberespacio -a través de posts, publicaciones, iniciativas, etc.- donde puedan confluir y retroalimentarse tantos relatos distintos en torno al patrimonio como ciberciudadanos estén dispuestos a formar parte activa de estos espacios, es decir, espacios “R-elacionales” con el patrimonio como eje. De este modo, los museos estarán albergando en sus espacios alojados en la web 2.0, usuarios capaces de poner en práctica un activismo social en el ámbito cultural, sin duda necesario para la protección y difusión de cualquier elemento patrimonial, independientemente de su ubicación geográfica.

Pilar Rivero 

 

 

José Antonio Gabelas
José Antonio Gabelas-Barroso. Profesor titular de la Universidad de Zaragoza. Creador del Factor Relacional y las TRIC (Tecnologías de la Relación, Información y Comunicación).

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