Disney y las 12 princesas (2). La próxima (princesa)… puedes ser tú

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Photo by Paulina Lohunko

La vorágine de figuras mediáticas que ahora se han expandido por el transmedia no se han conformado con la pantalla, tampoco con acaparar otros medios y representarse en otras versiones, ahora las princesas son ellas, los personajes se han apoderado de las mentes infantiles, han engatusado a las niñas y se desarrollan en sus cuerpos maleables. De modo que permanecemos con gran expectación para saber cómo será la próxima princesa, qué rasgos de belleza insólitos recorrerán todos los espacios conocidos y desconocidos para que veamos cumplido el sueño americano de inmortalizarse en las tiernas generaciones de niñas.

Está claro que las princesas Disney operan dentro de los límites de una lógica cultural particular. Conmemoran la belleza femenina, inspiran la imagen de la mujer objeto de deseos varoniles, apoyan el consumismo y el culto al cuerpo sin freno. Estos nuevos modelos mediáticos que ya se han internalizado en las conductas infantiles y se han introducido en sus hogares, para quedarse, presentan un magisterio basado en la influencia, con un currículum de caros gustos y deseos superficiales.

Los grupos dominantes mantienen su poder por medio de una imposición mercantilista que controla los deseos infantiles, además están actuando con el beneplácito de sus progenitores que, también fueron niñas y niños influenciados por el “efecto princesa” y, que sin apenas percibirlo, están protegiendo los valores de ese grupo dominante cuyos propietarios son ese grupo de oligopolios mediáticos.

Como alternativa a esta manipulación solapada de las conciencias infantiles consideramos que sería relevante deconstruir los significados de la belleza y del venerado concepto de princesa que tanto y tan negativamente se han impregnado en la sociedad.

La imagen de las niñas-princesas está provocando un calado en la sociedad que, a través de los sueños, consigue utilizar a las niñas como meros accesorios decorativos y sus propias madres y sus propios padres las acompañan en este peregrinaje donde serán despojadas de su incipiente identidad. Las niñas no sólo obedecen las normas impuestas por una sociedad consumista, sino que este efecto de forzada imitación las limita física y psicológicamente.

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Para conocer de cerca este fenómeno decidimos visitar la página de Disney y al navegar por algunos enlaces de las películas de las princesas pudimos comprobar que siempre aparece un anuncio de Amigas&Princesas que invita a conocer su web.

Una vez dentro, encontramos un vídeo promocional con cuatro niñas que van indicando sus características y sus gustos. Además, puede verse la silueta en negro de una quinta niña que puede ser ocupada por cualquiera de sus visitantes. Esta figura invita a la participación. Vemos claramente que la imagen de las niñas que aparece en el anuncio ha sido elegida estratégicamente y la aparición de la silueta enigmática pretende atraer la atención del público indeciso. Este tipo de montaje audiovisual y la elección de los actuantes “aporta lo que a veces se denomina «un gancho» -un medio para atraer a un público que tal vez no esté del todo decidido” (Ferguson, 2007).

Lo más llamativo del anuncio de esta página sucede en el minuto 1:17, cuando se muestra la interpretación de una de las cuatro modelos, Olivia, la niña rubia que dice: “me encanta …” pero no se entiende bien qué es eso que le encanta, aunque por la imagen (va cargada de bolsas, como puede comprobarse en la ilustración anterior) y por el comentario que hace en el fotograma previo “me encanta ir de tiendas y probarme cosas” da la impresión de que eso que le encanta es “comprar”.

El texto de este anuncio es un claro ejemplo del “primer mito” (Giroux, 2003) que asume que la democracia liberal ha alcanzado su victoria definitiva, donde “la cultura liberal se convierte en sinónima de la cultura del mercado y las celebradas libertades del consumidor se compran a expensas de las libertades de los ciudadanos” (Giroux, 2003). En estas prácticas del marketing queda clara la amenaza al bienestar de la infancia que supone dejar el libre albedrío al poder del mercado.

El análisis de la narrativa de estos mensajes visibiliza la intención domesticadora que se confiere al discurso extradiegético para manipular los deseos del público infantil femenino. Podríamos considerar que estas páginas comerciales de los productos Disney para chicas están destinadas a satisfacer necesidades autoperpetuadas comercialmente. Por supuesto, el enfoque está relacionado con el grado en el cual lo comercial excluye o facilita la posibilidad de que las mujeres adquieran poder.

En una sociedad dominada por los hombres estos mensajes, sin duda, tienen valor para las niñas, puesto que constituyen un modo de construir su sentido de la identidad y la autoestima. Es cada vez más frecuente el uso de estos mundos virtuales para niñas, donde se presenta una famosa forma de ser mujer, un “modelo de éxito” construido en función de una representación estereotipada de lo femenino, que se presenta a través de imágenes de niñas ligadas a la moda, el hogar, lo rosa, la imagen y la frivolidad.

La próxima “princesa” puedes ser tú y por ello nos preguntamos:

¿Son buenas las princesas para las niñas?

¿Deberían las niñas jugar a ser princesas?

¿Cómo se forma la autoestima en una niña que quiere ser princesa?

¿De qué forma las princesas construyen la conciencia infantil?

¿Dejarás que las empresas mediáticas modelen la identidad de tu hija?

¿Permitirás que la transformen en princesa?

Carmen Cantillo

BIBLIOGRAFÍA:

FERGUSON, R. (2007). Los medios bajo sospecha. Ideología y poder en los medios de comunicación. Barcelona: Gedisa.

GIROUX, H. A. (2003). La inocencia robada. Juventud, multinacionales y política cultural. Madrid: Morata.

José Antonio Gabelas
José Antonio Gabelas
José Antonio Gabelas-Barroso. Profesor titular de la Universidad de Zaragoza. Creador del Factor Relacional y las TRIC (Tecnologías de la Relación, Información y Comunicación).

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