No sé que os ocurrirá a vosotros, pero en uno de los debates que hemos tenido con los alumnos de publicidad se produjeron dos impresiones: ¡qué graciosa la criatura!, ¡qué inquietante!
Tal y como han afirmado algunos compañeros, la discusión sobre si nos afectan o determinan las tecnologías de la relación y la convivencia (mejor que TIC), es un debate obsoleto. Es una cuestión de límites y posibilidades en nuestra relación con el entorno tecnológico, como también tenemos límites para comer, dormir, asearnos o respirar; o estar en las redes sociales, interaccionar con la programación televisiva, o meternos en un videojuego.
Desde luego, el ejemplo abre otras muchas reflexiones sobre los aprendizajes, las competencias digitales, la curiosidad que siempre tuvieron y tienen los niños; como los aprendizajes son activos, comunitarios y gratificantes, como indica Rheingold. En otros momentos hemos abierto diálogos centrados en este asunto.