Una madre me decía que había observado como su hija de dos años, seguía la musiquilla, hasta llegar a la habitación de la tele y quedarse embobada delante de la pantalla. Así ocurre. Esta pantalla ejerce una fascinación enorme sobre la sensibilidad de los pequeños, porque proyecta unas imágenes, unos sonidos, unos estímulos audiovisuales que son muy atractivos y gratificantes. Las imágenes saturadas de color, las formas geométricas de los personajes infantiles, los rápidos cambios de plano y de ángulo de la cámara, los espacios tridimensionales, la acción trepidante, las músicas pegadizas, son algunos de los recursos visuales y sonoros que convierten la tele en una potente pantalla, donde se clavan los ojos de nuestros hijos con enorme facilidad.
Pero no sólo la tele requiere nuestra atención, también las consolas, y más adelante Internet con todas sus prácticas sociales y de entretenimiento. En otro momento hemos hablado sobre cómo nuestra casa se convierte en un conjunto de rincones donde las pantallas tienen protagonismo. En otro momento, también comentamos cómo se puede abordar la convivencia con estas pantallas.
Mamás y papás, las pantallas siempre educan, la tele siempre educa. Pero no lo hacen como nos gustaría a nosotros, ni siguen los modelos con los que educamos desde la familia, por eso la importancia de nuestra intervención. Tenemos muy claro cuando encendemos y apagamos el microondas, o la lavadora, pero la tele está encendida, las consolas están en las manos de nuestros hijos, sin un para qué. La educación de nuestros hijos e hijas, el desarrollo de su inteligencia, de sus emociones, de sus habilidades sociales, depende en gran medida de la planificación familiar que hagamos con las pantallas. Primero desmitificando su influencia y su impacto. Ni las pantallas son malditas, como muestran con frecuencia los titulares de la prensa tradicional, ni los niños engullen los programas televisivos de modo apático y pasivo. Segundo, pautando una planificación que responda a preguntas como: ¿Cúando enciendo y apago la tele, la consola, el ordenador?, ¿Qué programas son convenientes para mis hijos, cuántas horas del tiempo de mis hijos y nuestro, considero que deben ocupar en las pantallas? Tercero, desde una mediación, en la que intervengamos como educadores antes estos consumos. Y así, como las mamás y los papás somos el mejor juguete para nuestros hijos, somos la mejor presencia para ellos, cuando vemos la tele juntos, jugamos con la consola juntos o navegamos por intertet con ellos.
Y algo interesante. Los niños, con mucha frecuencia, hacen lo que ven, no lo que se les dice:
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