7 mitos de los niños y la tecnología

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© Gloria Rodríguez A estas alturas todos creemos que los niños nacen con un pan bajo el brazo y una tableta bajo el otro. Asumimos que los nativos digitales tienen habilidades innatas para entenderse con Internet y todo tipo de gadgets.
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Siempre será apropiado un blog que se llame “antigurú”, dado los muchos que pueblan estos territorios. Seguro que conocen algunos.

Pongamos un poquito de sentido común. No se trata de volver al viejo discurso de las tecnofobias y tecnofilias, que ya iniciara Eco con aquel lejísimo “Apocalípticos e Integrados”, pero sí  de colocar una pizca de crítica. Y esto es lo que me ha provocado la lectura de estos siete mitos.

Cuando en los inicios de la década pasada se empezaba con el elearning, ya escribimos sobre los mitos de las TIC, en un artículo bastante celebrado y comentado. La tecnología siempre tiene una etapa inicial fascinante.  Hace un par de años, en el congreso de  Educación Mediática y competencias digitales de Segovia, también exponíamos una serie de mitos en torno a los videojuegos y la redes sociales.

Cuando me he encontrado con este sugerente artículo, que se nutre de una investigación que coincide con la que presentamos el año pasado nuestro grupo de investigación Austica, he recalado en tres cuestiones.

1.  Los niños y la tecnología ya están mezclados. Si vemos la tecnología como algo “diferente” de la vida en general y de los niños en particular, seguimos con una mentalidad impresa pre-industrial. No existen dos realidades (presencial y virtual). Por tanto, tecnología y realidad forman una única cosa. Cuando nuestro modo de pensar, convivir, comunicar, educar es consciente de esto, estamos en lo que hemos denominado “cuarto entorno”. Ese “no-lugar” (Marc Augé) que integra ambas dimensiones, que aprovecha el potencial de uno y otro para crecer en la oportunidad, estimando los riesgos.

2. Ni nativos, ni inmigrantes, por supuesto. El término del Prensky fue feliz cuando nació, pero la realidad no es de “blancos y negros”, hay muchos grises. Preferimos usar el término de “visitantes o residentes digitales” (D.White). Los llamados nativos lo serán según el contexto, la motivación y las destrezas que hayan desarrollado, lo mismo que los inmigrantes. Aunque también es cierto  que los inmigrantes disponen de un importante trayecto para “reaprender en el desaprender”.

3. La asociación de interactividad con aprendizaje es además de frívola, perversa. ¿De qué qué naturaleza, tipo y grado de interactividad  estamos hablando? Sugiero este conjunto de prácticas donde analizamos este asunto. Ni el entorno digital es en sí interactivo, ni la interactividad garantiza por sí misma la educación.  La primera interactividad se produce en la etapa intrauterina del niño/a con la madre. Luego llegarán las miradas, los roces, las caricias, las palabras. Después los juegos. Además de frívola, también perversa, porque  los intereses económicos que generan esta necesidad de funcionar a “golpe de un clic”, provocan una demandas y una necesidades, construyen unos atributos (felicidad, modernidad, prestigio social…), que empujan a un estado de “obsolescencia permanente” muy inquietante.

José Antonio Gabelas
José Antonio Gabelas-Barroso. Profesor titular de la Universidad de Zaragoza. Creador del Factor Relacional y las TRIC (Tecnologías de la Relación, Información y Comunicación).

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