Hace unos días que “Informe semanal” cumplió 40 años convirtiéndose en el programa decano de los informativos de «gran formato» de las televisiones europeas, un modelo de espacio de servicio público fiel reflejo garante de la profundización y el análisis de la realidad acontecida cada semana, al igual que su antecesor, el más longevo en el mundo, el estadounidense “60 minutes” , emitido por la CBS.
El servicio público de radiodifusión ,con casi cualquier preposición que le intermedie (a, ante, bajo, cabe, con, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, según, so, sobre, tras) salvo con el “sin”, ya que carecería de sentido al no existir el receptor que hace que el acto permita el servicio y el temido “contra”, es una licencia necesaria para que el estado de derecho funcione de manera fluida y dinámica.
En la concesión que la ciudadanía hace a los medios de comunicación, según se establece en las leyes y en la misma Carta Magna, el servicio público significa que los medios deben de responder al compromiso y responsabilidad que tienen con la ciudadanía, debido a la delegación tácita que ésta hace en los mass media para que llegue la información de manera veraz y honesta, de ahí los valores necesarios de los comunicadores en la sociedad digital.
En televisión y, por extensión en cualquier soporte audiovisual, el ejercicio del servicio público se relaciona con el interés social y, según se desprende del artículo 40 de la Ley 7/2010, de 31 de marzo, General de la Comunicación Audiovisual , significa una oferta programática para todos los públicos (mayoría y minorías) de todas las edades y grupos sociales, con formatos atractivos, intentando innovar en pro de la calidad. Al contrario, con solo un barrido por la mayoría de los canales nos encontramos con espacios clónicos, corsés envueltos por el show, vacuidad de contenidos insulsos y personajes sin fondo, llevados por los dimes y diretes en los que escenifican sus vidas carentes de interés y así un largo etcétera de programación que mira de lejos al servicio público, llegando a relacionarse con la preposición que más se aleja del compromiso con la audiencia, el “contra”.
Al contrario de los programas que trivializan la actualidad y la rebajan al mercado de los pseudofamosos con criterios de noticiabilidad que contrarían la agenda setting, o las pautas del buenhacer periodístico, que se enseñan desde el primer curso de periodismo en las distintas universidades, con divagaciones y ausencia de importancia informativa, lejos del aforismo “fútbol y toros” para que el pueblo no piense, todavía hay excepciones en la programación, con bocanadas de oxígeno explicativo y contextualizador, que ilustran a la audiencia para que se informe de manera más profunda.
Los programas de servicio público ahondan en las premisas de la función que debe cumplir la televisión para abordar su misión de generar una retina más crítica en la audiencia
En esta línea disponéis de algunas prácticas digitales para desarrollar las audiencias activas y críticas.
Búsqueda de más enfoques, multiperspectivismo, ampliación de la información, análisis, profundidad, documentación… Y eso es lo que hace a “Informe semanal” un espacio que haya ido tejiendo una audiencia fiel, que vale su peso en oro, una audiencia de calidad, de “40 quilates”.
Hace ya varias décadas que con el actual Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación del Campus de Segovia de la Universidad de Valladolid, el Catedrático Agustín García Matilla , en los programas de doctorado de la Universidad Complutense en la línea de investigación relacionada con la televisión de calidad, teniendo en cuenta su apuesta por el aprendizaje constructivista, creábamos entre todos las premisas de lo que considerábamos que debía ser el servicio público y él mismo sigue luchando por el cumplimiento de esas facetas. El día 28 de marzo aludía precisamente a algunas de ellas en un artículo publicado en el diario El País, como homenaje al cuarenta aniversario de “Informe Semanal” y a los profesionales que lo han conducido y guiado a lo largo de su longeva trayectoria.
Nosotros seguimos abogando por ese carácter de búsqueda de las facetas y pautas que debe tener un programa de servicio público, con cualquiera de las preposiciones que lo compongan, también analizando con mirada crítica aquellas que alberguen el “contra”, las cuales hay que atacar para que llegar a “vencer” y conseguir una televisión de calidad, como dice el maestro del servicio público.