Asistimos a conflictos sociales de gran envergadura como Túnez y Egipto . Observamos como las redes sociales tienen un protagonismo cívico y resolutivo en el desenlace de estos conflictos políticos. Nos preguntamos ¿Hasta dónde alcanza el grado de reputación social en las redes sociales, para la mediación eficaz y la resolución de estos complejos conflictos sociales? ¿Estas mediaciones son equivalentes a lo que tradicionalmente ha ocurrido en asociaciones políticas, sindicatos, ONGs y movimientos de liderazgo en Latinoamérica? ¿Podemos afirmar que la reputación social es factor que garantiza la cooperación, como sostiene Rheingold con múltiples ejemplos?
En una de mis últimas clases de ética, provocaba a los alumnos diciéndoles que nada en la vida es gratis. Que en todo caso, lo que más se acerca a la gratuidad (y tampoco lo es íntegramente, en mi modesta opinión) es el amor de los padres por sus hijos. Existe otra palabra que sustituye a la gratuidad que funciona en todos los aspectos cotidianos: la reciprocidad. Para los biólogos Pollock y Dugatkin, -señala Rheingold- , “la reputación se ha convertido en un baremo de la voluntad del individuo de actuar en reciprocidad, factor que aumenta la probabilidad de que sea elegido como compañero en actividades recíprocamente cooperativas como el reparto de los alimentos, el apareamiento y la caza en compañía.” Veremos como estos laboratorios sociales que son las redes, conforman y reforman el propio tejido social, en el que la reciprocidad es reputación.